Textual
Aquí ofrecemos fragmentos del Capítulo XVI del libro “Tras los pasos de Hitler”, cedidos especialmente por el autor en exclusiva:
- “Las pistas que obtuve sobre la presencia del Führer en Paraguay -una nación que después de la Segunda Guerra recibió a varios nazis de jerarquía con el visto bueno y complicidad de sus máximas autoridades- me resultaban inquietantes, razón por lo cual entendí que había que profundizar la investigación en ese país. Los resultados sorprendentes de esa búsqueda se verán en este capítulo”
- “El profesor de historia Mariano Llano -quien citaremos más adelante como uno de los recopiladores de la historia de Hitler en Paraguay- cuenta que en esa nación existía una logia militar, similar a la organización argentina GOU, cuyos integrantes eran partidarios del nazismo. Cita entre sus integrantes a los genstos estos dos fueron presidentes de esa nación- y al general Mutsuhito Villasboa, así como los coroneles Victoriano Benítez Vera, Pablo Stagni y Bernardo Aranda, entre otros.
La investigación de Rainer Tilch
- “Respecto al Führer, Janz le dijo a (al periodista Reiner) Tilch que conoció a un alemán que estaba seguro de haber visto a Hitler y Eva Braun en la gran fiesta anual de la Asociación Alemana de Tiro Deportivo de Altos (“Verein Patria”) realizada en 1968. Durante esos años, Janz gozaba de una jerarquía importante ya que se desempeñaba como secretario privado del embajador Hubert Krier. Todos los años el club mencionado realizaba una celebración, que incluía un concurso de tiro, del cual participaban veteranos de guerra nazis. Los asistentes se saludaban con un ¡Heil Hitler! y el brazo derecho en alto y la mano extendida, como en los viejos tiempos”
- “También le aseguró que en una de las fiestas del Club Deportivo de Altos, a fines de los años sesenta, Hitler llegó acompañado de una familia alemana y de una mujer rubia de unos cincuenta años. Él vestía un traje con corbata y ella lucía un trajecito gris. Él testigo reconoció inmediatamente a Hitler, a pesar de que tenía el pelo cortado muy corto y estaba sin bigote. Según contó el interlocutor de Janz, Hitler -cuando llegó a la fiesta no todos sabía que se trataba del Führer- fue saludado por los viejos nazis militarmente, y luego él saludó uno por uno a sus viejos camaradas, estrechándoles la mano en silencio. De acuerdo a ese relato, Hitler estuvo poco tiempo en el club, saludó, charló un poco con algunas personas ancianas, comió algún bocadito y se retiró del lugar acompañado por las mismas personas con las que había llegado. Al irse, el rumor -consistente en la increíble novedad de que el anciano que había estado allí minutos antes era Hitler- corrió como un reguero de pólvora entre los presentes...”
- Recuerda el testimonio de Carmen Esther Caballero según el cual “Hitler visitó la quinta del citado general paraguayo (Emilio Díaz de Vivar) al menos en una oportunidad. El Führer “llegó en un coche oficial del gobierno con escolta militar. Vestía una campera y boina como la que usaban los paracaidistas. Pero la custodia militar no permitió que la gente se acercara y por esta razón se lo vio solamente desde cierta distancia”, aseguró Carmen... La mucama, Francisca Acosta se acuerda perfectamente de esta circunstancia y da fe de que el líder nazi y Díaz de Vivar se reunieron en el parque de la mencionada quinta donde mantuvieron un extenso diálogo. De acuerdo al testimonio del comisario entrevistado por Tilch -cuya identidad se mantuvo en reserva-, al parecer la policía paraguaya tenía documentación de todos los refugiados alemanes en el Paraguay, incluyendo la de Hitler, guardada en el sótano del Ministerio de Interior. Cuando ocurrió el golpe militar contra Stroessner, en 1989, se escondió toda esa documentación y gran parte apareció años después en la comisaría de la localidad de Lambaré”.
- “...Tilch entrevistó a un comisario anciano, y también a otro policía que fue custodio personal de Stroessner. Ambos le confirmaron tener datos sobre la presencia del jefe nazi en Paraguay. El comisario contó que vio a Hitler en una reunión de alemanes y militares realizada en la localidad de Villa Elisa, en la casa de una pareja alemana. En alusión al matrimonio anfitrión, que recibió en su vivienda al jefe nazi, “la señora era una conocida escritora, Erika Zum Buttel, aparentemente una buena amiga de Hitler y su esposa”, contó Tilch al aludir al relato del jefe policial.
De acuerdo a la opinión de Tilch, en Paraguay “los más altos nazis nunca compraron casas, vivían en propiedades alquiladas o en casas prestadas por amigos. Muchos cobraron pensiones de Alemania como ex-funcionarios de estado. La mayoría llegaron solteros y algunos de ellos se juntaron con mujeres paraguayas”, con quienes tuvieron hijos.Respecto al estado de salud del Führer, en general bueno excepto los achaques propios de la edad, y a la fisonomía -sin bigote y casi pelado-, las informaciones obtenidas por Tilch son coincidentes con las descripciones obtenidas por mí en Argentina”.
El encuentro con Ynsfrán
En “Tras los pasos de Hitler” se cita el testimonio de Pedro Cáceres.
- “Cuando llegué al lugar indicado (por Cáceres) -una magnífica casa con dos pisos y cochera para dos vehículos, situado en una zona de moda en las cercanías del río Paraguay- me recibió el hijo (de Cáceres), un ingeniero llamado Romy. El señor Cáceres estaba sentado en la sala de estar, era un hombre de unos setenta años, y me dijo lo siguiente: -Tenía 17 años cuando fui reclutado para el servicio militar obligatorio. Un día se me asignó el Ministerio del Interior, ubicado en las calles Estrella y Montevideo, en el centro de Asunción. Precisamente al mediodía yo estaba en la planta baja, junto a las escaleras y debajo de la primera planta, donde se encontraba el Doctor Edgar L. Insfrán -que había sido desde su juventud un miembro de la Liga Nazi- un hombre fuerte al lado del general Alfredo Stroessner, quien reinó desde 1954 hasta 1989, un total de 34 años, el país. El hombre nos señaló con el dedo a nosotros: “Usted, y Usted..., conmigo, ahora“, nos ordenó. Tres de nosotros, que estábamos armados, fuimos seleccionados. Nos metimos en un Mercedes-Benz, dos soldados en el asiento trasero y uno en la parte delantera al lado del ministro. Tomamos la carretera 2 en San Lorenzo, Capiatá, Itauguá, Ypacaraí, Caacupé y Coronel Oviedo, Caaguazú, en dirección al este. Luego nos dirigimos por carreteras sin pavimentar. La gente del Ministerio de Obras Públicas había construido sólo el camino a la ciudad de Ciudad Nueva, que se encontraba en las orillas del río Paraná, frente a Foz de Iguazú (Brasil). Después de 20 kilómetros entramos en un camino de tierra roja, y llegamos a un callejón sin salida, que terminaba frente a una gran puerta de madera rodeada de alambre de púas. Hubo un gran movimiento de camiones y soldados. El edificio principal estaba en una colina, rodeada de árboles frondosos. La casa había sido construida en estilo español, con amplios corredores y una chimenea en el techo. Insfrán estacionó a diez metros de la entrada y entró por la puerta principal a la casa. Después de dos horas, regresó acompañado por un hombre mayor, que caminaba muy doblado. Miré al hombre, traté de disimular mi emoción y me dije en voz baja a mi mismo, Es Hitler... es Hitler...” Se despidieron con un apretón de manos, a Hitler lo acompañaba una mujer rubia. Entonces volvimos a Asunción… Era el año 1960…Nunca se lo había contado a nadie. Stroessner gobernó, con Insfrán, casi treinta años más, con mano de hierro. Guardé un silencio absoluto hasta ahora”...
|